Encontrando una vocación.
<<No sé qué hacer en la vida. No encuentro algo que me motive>>. <<No me gusta el trabajo que tengo. Solo lo hago porque lo necesito para sobrevivir>>. <<Nunca he hecho las cosas que me gustan. Hago lo que hago porque me tocó, para agradar a los demás o a la sociedad>>.
<<Desconozco para qué soy bueno o a qué vine al mundo. Envidio a la gente que se ve feliz con sus vidas y sus trabajos>>. <<Pensé que tenía claro lo que quería en la vida. Pero de repente, todo se vino abajo. Ahora no tengo un norte. Le perdí el sentido a mi vida>>
Los anteriores comentarios hacen parte de los pensamientos constantes de muchas personas a las que he atendido a lo largo de mi carrera como entrenador en comunicación. Comentarios que salen a la luz en la intimidad de una sesión terapéutica, pero que quizá han sido cargados durante muchos años por esas personas en el absoluto silencio y llevados como una maleta invisible que pesa sobre sus espaldas pero que es muy difícil de dejar de cargar. Simplemente se lleva. Van por la vida con mucho equipaje, tanto equipaje que tarde o temprano, impedirá que se camine con comodidad.
¿Encontraste ya tu vocación en la vida? ¿Eres feliz con lo que haces? Dime la verdad: ¿eres realmente feliz con lo que haces? ¿Tu trabajo te llena y te motiva? ¿O llevas dentro de ti el pesado equipaje de las dudas y las incertidumbres? Y si fueras a morir mañana, ¿estarías satisfecho con lo que has hecho hasta el momento? ¿O piensas como las personas que mencioné y te acostumbraste a llevar en silencio tus insatisfacciones?
Encontrar un propósito en la vida, a mi modo de ver, debería ser uno de los primeros objetivos del hombre y para ello, la familia, la escuela, y la sociedad en general tendrían que ayudar, aportar un útil grano de arena. ¿Pero realmente lo hacen?
La diferencia entre caminar sin un norte y caminar con un norte es abismal. Se evidencia en la vida práctica, pero también en el mundo interior de las personas. Desde temprano nos enseñan a ser ambiciosos, exitosos y productivos. Pero no nos enseñan a ser felices y a tener paz interior. Y estas dos últimas cosas se convierten en características que se encuentran en las personas que saben lo que quieren y hacen lo que quieren.
Es por ello que no dudé en aceptar la invitación de escribir este artículo. Aunque creo que es mucho lo que podemos hablar sobre ello.
¿Cómo encontrar el propósito de nuestras vidas? ¡Oh! ¡Qué difícil pregunta! Cada quien tiene su respuesta. Hay algunos que la venden y llenan sus arcas con tanta demanda del mercado. Por mi parte, le compartiré lo que he aprendido tanto en mi propia experiencia como en el contacto con tantas personas a lo largo de mi vida.
Alguien alguna vez me enseñó que era más práctico pensar en términos de función de vida, que pensar en la misión o en el propósito de la vida. Función es aquella tarea o labor que venimos a desempeñar. No importa si lo que está de moda o lo que es rentable sea trabajar en el sector de la construcción o en el sector petrolero. Si mi función es diferente a lo que las tendencias mediáticas del mercado laboral proclaman, simplemente lo es. Esa es la razón por la que hay médicos, abogados, financistas, e ingenieros mediocres, sin vocación o sin amor por lo que hacen. O de forma más sencilla, esa es la razón porque muchos de ellos no están felices con lo que hacen. Simplemente porque están en el lugar equivocado y probablemente en otro campo fluirían mejor.
Como ven, ya estoy dando pistas para responder a la complicada pregunta que hice anteriormente. Sin embargo, quiero compartir una a una, algunas pautas que nos ayudarán a encontrar y conocer la función que venimos a desempeñar a la tierra. ¡Comencemos!
1. Conéctate con tu vocación desde el corazón:
Así es, querido lector. En este mundo existe mucha gente inteligente, que sabe tomar decisiones muy racionales, que lee el mercado, las necesidades imperantes del contexto en el que vive, etc. Y por eso puede escoger profesiones lucrativas o empezar proyectos ambiciosos y racionalmente exitosos. Pero eso de nada sirve cuando nuestras acciones o decisiones no están conectadas con nuestra vocación. Un ejemplo podría ser: “No encuentro empleo y me propusieron un negocio multinivel que puede ser muy lucrativo. No me gustan las ventas, ni tengo experiencia en eso, pero voy a meterme a ese negocio, porque hay gente que ha tenido éxito en ello”. ¡Error!
La vocación es algo que nace desde nuestra emoción. Nos conecta con lo que nos hace felices, nos hace sentirnos cómodos y nos despierta sentimientos positivos. La vocación llena nuestra alma. ¿Y cómo podemos conocerla? Un buen camino puede ser pensar qué nos ha gustado desde que éramos niños, en que actividades y campos nos ha gustado desempeñarnos. También es útil que pienses en los talentos que tienes, en aquellas cosas que se te hacen fáciles o naturales de hacer o en las que te va bien. Así mismo es importante que pienses en aquellas cosas que una vez las hayas hecho te hacen sentir la satisfacción más grande el mundo. ¡Ese es el camino de la vocación! Solo tú y nadie más que tú puedes conocer tu vocación. No definas tu vida por el éxito o fracaso de otra persona. Tampoco determines tu vida por las decisiones ajenas. Si te confieso, no he conocido ni una persona exitosa y feliz que esté haciendo algo ajeno a su vocación, pese a que en un principio pareció que lucharon contra la corriente o no creyeron en ellos. Más fueron firmes y coherentes con lo que sentían desde su corazón y continuaron trabajando en el llamado de su vocación. Recuerda además que lo emocional también es una forma de inteligencia y de ello ya hay estudios que lo demuestran.
2. Mira hacia el pasado y revisa tus áreas de fortaleza:
Si ya eres una persona adulta este ejercicio te será mucho más fácil. Mirar hacia el pasado positivamente es una muy buena herramienta. ¿Qué cosas has hecho en que hayas tenido éxito? ¿En qué campos te has desempeñado con comodidad y fluidez? ¿Qué cosas de las que has hecho le ha gustado a la gente a tu alrededor? ¿Por qué tipo de actos o labores has recibido buenas críticas y comentarios? A veces mirar hacia el futuro es difícil, pero mirar hacia el pasado llega a ser más fácil por el simple hecho de ya haberlo vivido. Deja que el pasado te hable y te diga qué hacer y qué no hacer. Pero por sobre todas las cosas, recuerda aquello que te haya hecho supremamente feliz. Quizá allí radique el sentido de tu vida.
También es clave que reconozcas aquellas habilidades y cualidades que has heredado de tu familia y que te hacen ser mejor persona. Así como aquellas habilidades que has adquirido por el contexto en el que te has desarrollado desde que era un niño. Por ejemplo, cuando yo miro hacia atrás puedo entender por qué me viene tan bien el enseñar a personas, ya que mi madre fue profesora toda la vida y me llevó con ella a la escuela desde que yo era un bebé. Los contextos escolares han sido naturales para mí desde el principio de mi vida, y no en vano actualmente me dedico a enseñar, pues es algo que se me facilita y se me hace natural. Ahora piensa en tu caso. ¿Qué cosas buenas has heredado que puedan aportar a tu función de vida?
3. Visualízate en el futuro:
¿Cómo te quisieras ver? ¿En qué contexto te gustaría verte y rodeado de quiénes? ¿Haciendo qué tipo de actividades? Tampoco es necesario que te proyectes a tu vejez. Simplemente visualízate en 10 o 20 años. Esas imágenes que creas en tu mente son valiosas para definir tu función de vida, ya que si quizá no sean tu función de vida en sí, pueden ser imágenes que muestren los frutos de dicha función. Te voy a ilustrar con un ejemplo: es como visualizar un delicioso y colorido pastel, que viene a ser en este caso el resultado final, el fruto final. Pero la función de vida no es ese pastel. Más bien, la función de vida consistiría en aquellos pasos que tuvimos que desarrollar para llegar a elaborar ese exquisito pastel, o sea, el arte de hornear en sí. Sin embargo, si no hubiéramos mantenido esa imagen final del pastel mientras lo preparábamos, quizá nunca lo hubiéramos terminado o hubiéramos hecho otro tipo de receta. ¡Por eso necesario que definas ahora mismo cómo te ves en el futuro y lo proyectes en una imagen!
Muchas personas desean disfrutar de los resultados. Bueno, todos lo deseamos de alguna manera. Deseamos comernos ese gran pastel. Y nos visualizamos con estabilidad económica y emocional, entre muchas otras cosas. Pero olvidamos que para hacer ese pastel debimos haber pensado en otros aspectos. ¿Queremos ganarnos el premio al mejor pastelero del mundo? ¿Entonces qué debemos hacer? ¡Pues comenzar a hornear! Esa es la función. ¿Y para hornear que necesitas? ¿Dónde debes estar? ¿Con quiénes? ¿Qué actividades diarias debes realizar para ser un gran pastelero? No podemos pretender ser el mejor pastelero si dedicamos la mayor parte del tiempo a hacer otra actividad ajena a ello solo porque nos da dinero o estabilidad económica. Por consiguiente, si nos visualizamos con claridad en el futuro, comenzaremos desde nuestro presente a crear el contexto adecuado y a adquirir los recursos adecuados para algún día preparar ese gran pastel. ¡Y por supuesto comérnoslo!
Cuando era un adolescente, recuerdo a una de mis mejores amigas, la gordita tímida del salón, decir: <<yo me visualizo siendo una abogada muy elegante y bien vestida, con mi pelo y maquillajes impecables, con poder y exitosa, en una oficina grande, hablando por teléfono y dirigiendo a muchas personas>>. Años después la visité en su oficina grande y tuve la oportunidad de observarla en mi silencio, mientras ella muy ocupada e impecablemente vestida resolvía sus asuntos por teléfono. Simplemente pensé: <<esta escena ella ya me la había anticipado. Lo logró>>.
Y tú, ¿qué tipo de imágenes proyectas de tu futuro? ¿Ya comenzaste a hacer aquello que te ayudará a materializarlas? ¡Esa puede ser tu función!
4. ¡Conócete a ti mismo!:
Sin lugar a dudas el más importante principio y el que abarca todo lo que ya mencioné. Si te soy sincero, una de las principales razones que he observado por la que las personas no encuentran el sentido a sus vidas es que no se conocen, no miran hacia adentro, y ha supeditado su vida lo que llamo “la mente externa”. Ven solo con los ojos de los demás, condicionados por las opiniones y juicios del mundo exterior. Rigen su vida por parámetros establecidos, paradigmas, tendencias o pensamiento ajenos, y no por lo que realmente ellos son, sienten o piensan.
Así que te invito a que en el camino de encontrar tu función de vida, vete hacia adentro de ti. Cada día vas a aprender algo nuevo, te lo aseguro. Vas a saber qué es lo que más te satisface, cuáles son tus verdaderas motivaciones en la vida, que contextos te agradan más, de qué forma realmente te gusta vivir, para qué eres bueno o excelente, que tipo de personas te atraen o disfrutas, que actividades gozas, y cuales favorecen las consecución de tus metas. Todos somos genios en potencia, lo único es que debemos aprender a determinar nuestra vibración correcta, el campo que mejor nos queda y por ende la función que debemos desempeñar. Pero solo lo podemos lograr si escuchamos nuestra voz interior y nos conocemos. En ese camino aprenderemos incluso a entender nuestros propios límites. Y todo ello, en definitiva, jugará a favor de nuestras vidas y nos conducirá a obtener claridad para darle un propósito a nuestro viaje finito por esta tierra.
Los cuatro principios que acabo de compartirte encierran muchos aspectos a considerar, pero sintetizan un método que te puede ayudar a esclarecerte y determinar con exactitud un norte en tu vida. Lo último que te puedo decir es que comiences ahora mismo. “Hoy y solo por hoy, comienza a trabajar en ti, en el mejor producto que existe en el mercado. En ti mismo”.
Es la mejor inversión que harás. Y para ello, solo necesitas de dedicarte tiempo. Tiempo que quizá gastas para los demás o en actividades que no te benefician. Entre más tiempo le dediques a definir tu función de vida, más tiempo tendrás para conseguir lo que quieres, y entre más tiempo gastes en trabajar en esa función de vida que conoces claramente en tu interior, más tiempo tendrás en el que vivirás de verdad. Así, cuando tus días se acaben, sabrás que tu corto paso por el planeta tuvo sentido y fue gozado, no mal gastado. Y esa, creo yo, es la mayor satisfacción que podemos tener.
¡Te deseo éxitos en tu camino! O mejor dicho, en tu función de vida. Saludos desde Colombia.
Israel Muñoz “El Profe Isra”.
www.hableconpropiedad.com
pp.marketingpersonal@gmail.com
info@hableconpropiedad.com
<<No sé qué hacer en la vida. No encuentro algo que me motive>>. <<No me gusta el trabajo que tengo. Solo lo hago porque lo necesito para sobrevivir>>. <<Nunca he hecho las cosas que me gustan. Hago lo que hago porque me tocó, para agradar a los demás o a la sociedad>>.
<<Desconozco para qué soy bueno o a qué vine al mundo. Envidio a la gente que se ve feliz con sus vidas y sus trabajos>>. <<Pensé que tenía claro lo que quería en la vida. Pero de repente, todo se vino abajo. Ahora no tengo un norte. Le perdí el sentido a mi vida>>
Los anteriores comentarios hacen parte de los pensamientos constantes de muchas personas a las que he atendido a lo largo de mi carrera como entrenador en comunicación. Comentarios que salen a la luz en la intimidad de una sesión terapéutica, pero que quizá han sido cargados durante muchos años por esas personas en el absoluto silencio y llevados como una maleta invisible que pesa sobre sus espaldas pero que es muy difícil de dejar de cargar. Simplemente se lleva. Van por la vida con mucho equipaje, tanto equipaje que tarde o temprano, impedirá que se camine con comodidad.
¿Encontraste ya tu vocación en la vida? ¿Eres feliz con lo que haces? Dime la verdad: ¿eres realmente feliz con lo que haces? ¿Tu trabajo te llena y te motiva? ¿O llevas dentro de ti el pesado equipaje de las dudas y las incertidumbres? Y si fueras a morir mañana, ¿estarías satisfecho con lo que has hecho hasta el momento? ¿O piensas como las personas que mencioné y te acostumbraste a llevar en silencio tus insatisfacciones?
Encontrar un propósito en la vida, a mi modo de ver, debería ser uno de los primeros objetivos del hombre y para ello, la familia, la escuela, y la sociedad en general tendrían que ayudar, aportar un útil grano de arena. ¿Pero realmente lo hacen?
La diferencia entre caminar sin un norte y caminar con un norte es abismal. Se evidencia en la vida práctica, pero también en el mundo interior de las personas. Desde temprano nos enseñan a ser ambiciosos, exitosos y productivos. Pero no nos enseñan a ser felices y a tener paz interior. Y estas dos últimas cosas se convierten en características que se encuentran en las personas que saben lo que quieren y hacen lo que quieren.
Es por ello que no dudé en aceptar la invitación de escribir este artículo. Aunque creo que es mucho lo que podemos hablar sobre ello.
¿Cómo encontrar el propósito de nuestras vidas? ¡Oh! ¡Qué difícil pregunta! Cada quien tiene su respuesta. Hay algunos que la venden y llenan sus arcas con tanta demanda del mercado. Por mi parte, le compartiré lo que he aprendido tanto en mi propia experiencia como en el contacto con tantas personas a lo largo de mi vida.
Alguien alguna vez me enseñó que era más práctico pensar en términos de función de vida, que pensar en la misión o en el propósito de la vida. Función es aquella tarea o labor que venimos a desempeñar. No importa si lo que está de moda o lo que es rentable sea trabajar en el sector de la construcción o en el sector petrolero. Si mi función es diferente a lo que las tendencias mediáticas del mercado laboral proclaman, simplemente lo es. Esa es la razón por la que hay médicos, abogados, financistas, e ingenieros mediocres, sin vocación o sin amor por lo que hacen. O de forma más sencilla, esa es la razón porque muchos de ellos no están felices con lo que hacen. Simplemente porque están en el lugar equivocado y probablemente en otro campo fluirían mejor.
Como ven, ya estoy dando pistas para responder a la complicada pregunta que hice anteriormente. Sin embargo, quiero compartir una a una, algunas pautas que nos ayudarán a encontrar y conocer la función que venimos a desempeñar a la tierra. ¡Comencemos!
1. Conéctate con tu vocación desde el corazón:
Así es, querido lector. En este mundo existe mucha gente inteligente, que sabe tomar decisiones muy racionales, que lee el mercado, las necesidades imperantes del contexto en el que vive, etc. Y por eso puede escoger profesiones lucrativas o empezar proyectos ambiciosos y racionalmente exitosos. Pero eso de nada sirve cuando nuestras acciones o decisiones no están conectadas con nuestra vocación. Un ejemplo podría ser: “No encuentro empleo y me propusieron un negocio multinivel que puede ser muy lucrativo. No me gustan las ventas, ni tengo experiencia en eso, pero voy a meterme a ese negocio, porque hay gente que ha tenido éxito en ello”. ¡Error!
La vocación es algo que nace desde nuestra emoción. Nos conecta con lo que nos hace felices, nos hace sentirnos cómodos y nos despierta sentimientos positivos. La vocación llena nuestra alma. ¿Y cómo podemos conocerla? Un buen camino puede ser pensar qué nos ha gustado desde que éramos niños, en que actividades y campos nos ha gustado desempeñarnos. También es útil que pienses en los talentos que tienes, en aquellas cosas que se te hacen fáciles o naturales de hacer o en las que te va bien. Así mismo es importante que pienses en aquellas cosas que una vez las hayas hecho te hacen sentir la satisfacción más grande el mundo. ¡Ese es el camino de la vocación! Solo tú y nadie más que tú puedes conocer tu vocación. No definas tu vida por el éxito o fracaso de otra persona. Tampoco determines tu vida por las decisiones ajenas. Si te confieso, no he conocido ni una persona exitosa y feliz que esté haciendo algo ajeno a su vocación, pese a que en un principio pareció que lucharon contra la corriente o no creyeron en ellos. Más fueron firmes y coherentes con lo que sentían desde su corazón y continuaron trabajando en el llamado de su vocación. Recuerda además que lo emocional también es una forma de inteligencia y de ello ya hay estudios que lo demuestran.
2. Mira hacia el pasado y revisa tus áreas de fortaleza:
Si ya eres una persona adulta este ejercicio te será mucho más fácil. Mirar hacia el pasado positivamente es una muy buena herramienta. ¿Qué cosas has hecho en que hayas tenido éxito? ¿En qué campos te has desempeñado con comodidad y fluidez? ¿Qué cosas de las que has hecho le ha gustado a la gente a tu alrededor? ¿Por qué tipo de actos o labores has recibido buenas críticas y comentarios? A veces mirar hacia el futuro es difícil, pero mirar hacia el pasado llega a ser más fácil por el simple hecho de ya haberlo vivido. Deja que el pasado te hable y te diga qué hacer y qué no hacer. Pero por sobre todas las cosas, recuerda aquello que te haya hecho supremamente feliz. Quizá allí radique el sentido de tu vida.
También es clave que reconozcas aquellas habilidades y cualidades que has heredado de tu familia y que te hacen ser mejor persona. Así como aquellas habilidades que has adquirido por el contexto en el que te has desarrollado desde que era un niño. Por ejemplo, cuando yo miro hacia atrás puedo entender por qué me viene tan bien el enseñar a personas, ya que mi madre fue profesora toda la vida y me llevó con ella a la escuela desde que yo era un bebé. Los contextos escolares han sido naturales para mí desde el principio de mi vida, y no en vano actualmente me dedico a enseñar, pues es algo que se me facilita y se me hace natural. Ahora piensa en tu caso. ¿Qué cosas buenas has heredado que puedan aportar a tu función de vida?
3. Visualízate en el futuro:
¿Cómo te quisieras ver? ¿En qué contexto te gustaría verte y rodeado de quiénes? ¿Haciendo qué tipo de actividades? Tampoco es necesario que te proyectes a tu vejez. Simplemente visualízate en 10 o 20 años. Esas imágenes que creas en tu mente son valiosas para definir tu función de vida, ya que si quizá no sean tu función de vida en sí, pueden ser imágenes que muestren los frutos de dicha función. Te voy a ilustrar con un ejemplo: es como visualizar un delicioso y colorido pastel, que viene a ser en este caso el resultado final, el fruto final. Pero la función de vida no es ese pastel. Más bien, la función de vida consistiría en aquellos pasos que tuvimos que desarrollar para llegar a elaborar ese exquisito pastel, o sea, el arte de hornear en sí. Sin embargo, si no hubiéramos mantenido esa imagen final del pastel mientras lo preparábamos, quizá nunca lo hubiéramos terminado o hubiéramos hecho otro tipo de receta. ¡Por eso necesario que definas ahora mismo cómo te ves en el futuro y lo proyectes en una imagen!

Cuando era un adolescente, recuerdo a una de mis mejores amigas, la gordita tímida del salón, decir: <<yo me visualizo siendo una abogada muy elegante y bien vestida, con mi pelo y maquillajes impecables, con poder y exitosa, en una oficina grande, hablando por teléfono y dirigiendo a muchas personas>>. Años después la visité en su oficina grande y tuve la oportunidad de observarla en mi silencio, mientras ella muy ocupada e impecablemente vestida resolvía sus asuntos por teléfono. Simplemente pensé: <<esta escena ella ya me la había anticipado. Lo logró>>.
Y tú, ¿qué tipo de imágenes proyectas de tu futuro? ¿Ya comenzaste a hacer aquello que te ayudará a materializarlas? ¡Esa puede ser tu función!
4. ¡Conócete a ti mismo!:
Sin lugar a dudas el más importante principio y el que abarca todo lo que ya mencioné. Si te soy sincero, una de las principales razones que he observado por la que las personas no encuentran el sentido a sus vidas es que no se conocen, no miran hacia adentro, y ha supeditado su vida lo que llamo “la mente externa”. Ven solo con los ojos de los demás, condicionados por las opiniones y juicios del mundo exterior. Rigen su vida por parámetros establecidos, paradigmas, tendencias o pensamiento ajenos, y no por lo que realmente ellos son, sienten o piensan.
Así que te invito a que en el camino de encontrar tu función de vida, vete hacia adentro de ti. Cada día vas a aprender algo nuevo, te lo aseguro. Vas a saber qué es lo que más te satisface, cuáles son tus verdaderas motivaciones en la vida, que contextos te agradan más, de qué forma realmente te gusta vivir, para qué eres bueno o excelente, que tipo de personas te atraen o disfrutas, que actividades gozas, y cuales favorecen las consecución de tus metas. Todos somos genios en potencia, lo único es que debemos aprender a determinar nuestra vibración correcta, el campo que mejor nos queda y por ende la función que debemos desempeñar. Pero solo lo podemos lograr si escuchamos nuestra voz interior y nos conocemos. En ese camino aprenderemos incluso a entender nuestros propios límites. Y todo ello, en definitiva, jugará a favor de nuestras vidas y nos conducirá a obtener claridad para darle un propósito a nuestro viaje finito por esta tierra.
Los cuatro principios que acabo de compartirte encierran muchos aspectos a considerar, pero sintetizan un método que te puede ayudar a esclarecerte y determinar con exactitud un norte en tu vida. Lo último que te puedo decir es que comiences ahora mismo. “Hoy y solo por hoy, comienza a trabajar en ti, en el mejor producto que existe en el mercado. En ti mismo”.
Es la mejor inversión que harás. Y para ello, solo necesitas de dedicarte tiempo. Tiempo que quizá gastas para los demás o en actividades que no te benefician. Entre más tiempo le dediques a definir tu función de vida, más tiempo tendrás para conseguir lo que quieres, y entre más tiempo gastes en trabajar en esa función de vida que conoces claramente en tu interior, más tiempo tendrás en el que vivirás de verdad. Así, cuando tus días se acaben, sabrás que tu corto paso por el planeta tuvo sentido y fue gozado, no mal gastado. Y esa, creo yo, es la mayor satisfacción que podemos tener.
¡Te deseo éxitos en tu camino! O mejor dicho, en tu función de vida. Saludos desde Colombia.
Israel Muñoz “El Profe Isra”.
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