A continuación te compartiré el primer artículo correspondiente a una entrega de 8 artículos donde hablaré sobre algunos problemas frecuentes en las personas y que pueden afectar su comunicación o desempeño en general.
Este contenido ha sido extraído de mi libro Comunicar, El Arte de Existir.
Comenzaremos hablando sobre la concentración mental.
Problemas de concentración mental:
Quizá la situación que más experimentamos a menudo. ¿Cómo crees que
podemos generar un pensamiento sólido y comunicarlo con comodidad y fluidez,
cuando no focalizamos nuestra mente adecuadamente y la tenemos invadida o
saturada de múltiples pensamientos? Hoy día, más que nunca, vivimos invadidos
de información. Recibimos multiplicidad de estímulos de los más diversos tipos, de las más
diversas fuentes y direcciones al mismo tiempo.
Se afirma que el ser humano es capaz de recibir 600.000 impresiones
sensoriales por minuto, impresiones tanto exteroceptivas (o sea las que nos
vienen de afuera) y propioceptivas (las que nos surgen de nuestro propio cuerpo
y nuestra interioridad); se dice también que el cerebro tiene la capacidad
de procesar 400 mil millones de bits de
información por segundo.
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El ser humano es capaz de recibir 600.000 impresiones sensoriales por minuto, impresiones tanto exteroceptivas como propioceptivas. |
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El estrés de la vida nos dificulta tener una buena concentración mental. |
Con esa inmensa capacidad de percepción y
procesamiento, nuestros pensamientos “van y vienen”. E inmersos en esa
dinámica, vivimos también el estrés de la vida actual, de nuestras
obligaciones, de nuestras responsabilidades económicas. En el trabajo hay
presión, en la casa también. Las obligaciones laborales, especialmente, nos
demandan gran parte de nuestra energía. Salimos a la calle y el tráfico o las
multitudes nos exasperan. Algunos, por no decir todos, tenemos muchas dudas e
inseguridades con respecto a varios aspectos de nuestras vidas y nuestra
estabilidad emocional está continuamente en conflicto. A otros, les ha sido
difícil su vida desde que la empezaron. Y todas estas preocupaciones se
convierten en emociones negativas que
obstaculizan nuestro rendimiento.
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¡Vivimos en medio de una avalancha constante de información, como nunca antes había sucedido en la historia de la humanidad!. |
"El cerebro tiene la capacidad
de procesar 400 mil millones de bits de
información por segundo"
Pero,
pese a todo esto, el mundo nos exige realizar presentaciones públicas que
impacten y sonreírle a la vida. También nos exige la necesidad de relacionarnos
sanamente con los demás y de poseer una comunicación fluida, pues tal vez es la
mejor forma de mantenernos en el mercado, de vender o liderar grupos. Pero
¿cómo lo podemos hacer si es difícil tener nuestra mente quieta? Esto es
posible, claro está, si tenemos una fuerte concentración mental,
independientemente de lo que nos pase o nos haya pasado, o independientemente
de los ambientes externos poco propicios.
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El mundo de hoy exige que las personas se proyecten seguras y tranquilas, pero a su vez no ayuda mucho a lograrlo. |
Cuando nuestra concentración y toda
nuestra capacidad están puestas en nuestra tarea sin que haya
afectación por presión alguna, podemos gozar lo que hacemos y nuestra labor es
realizada con éxito. Nuestro cerebro trabaja libremente y las ideas se expresan
sin mucho esfuerzo. A este estado, el psicólogo Daniel Goleman, en su libro best seller titulado Inteligencia emocional, lo denominó
como el estado de “flujo”, y al respecto
dice: “hay varias formas de entrar en
el estado de «flujo». Una de ellas consiste en enfocar intencionalmente la
atención en la tarea que se esté llevando a cabo; no hay que olvidar que la
esencia del «flujo» es la concentración”
(Goleman, 1996, p. 61).
Sin
embargo, llegar a ese tipo de estado no es nada fácil. Lograr concentrarnos no es una tarea que se
aprenda de la noche a la mañana. Hay mucha inquietud mental y emocional en los
sujetos que conformamos las sociedades actuales, y esto nos genera dificultades para focalizar.
En
consecuencia, muchas veces nos cuesta empezar y terminar algo, a lo cual se
suma el hecho de que con frecuencia asumimos muchas tareas simultáneamente. Y
puede que terminemos las cosas que emprendemos, pero el proceso para llegar al objetivo
en muchos casos carece de orden, se hace con mucha intermitencia, cuando muy
probablemente lo habríamos podido hacer dentro de un proceso más continuo.
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A muchos les cuesta comenzar y terminar algo. ¿Es ese tu caso? |
¿Cuántas veces has sentido en la vida que tú y la actividad que realizas son
uno solo, y que, en el momento en el que la ejecutas, no existe nada más en tu mente? ¿Cuántas veces has sentido que te fundes en una actividad y entras en el estado de flujo? ¿Cuántas veces al
día estás realmente concentrado (a)? Y para ir a situaciones concretas que tiene
que ver con nuestro tema, ¿cuando estás hablando frente a un público, te
concentras en tu tarea comunicativa realmente? ¿O en qué piensas mientras
hablas frente al público? ¿Donde está tu pensamiento cuando te comunicas con los
demás? ¿Qué tipo de pensamientos y
emociones te invaden? Detén la lectura
en este mismo instante, cierra los ojos por un momento y reflexiona.
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Reflexiona : ¿Te cuesta concentrarte? ¿O lo haces fácilmente? |
CONCLUSIONES A PARTIR DE ESTE ARTÍCULO:
- Vivimos invadidos de mucha información, hoy más que nunca.
- El ser humano recibe mucha información a partir de estímulos sensoriales.
- El estrés de la vida moderna afecta la concentración mental.
- La concentración mental es la base del estado de flujo, un estado ideal para ser más efectivos en nuestra vida.
- El mundo moderno exige que las personas proyecten seguridad y confianza, pero no ayuda mucho a lograrlo.
- A la mayoría de personas les cuesta concentrarse.
- Pocos empiezan y terminan una tarea.
- Deberíamos aprender a concentrarnos.
Artículo escrito por:
Israel Muñoz "El Profe Isra"
Extraído de su trabajo Comunicar, El Arte de Existir.
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