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Más Allá del Miedo Escénico

Muchos de nosotros quizá hemos tenido la oportunidad, al menos una vez en la vida, de hablar frente a un  público. Seguramente, la experiencia de sentirnos “en el ojo del huracán”  no nos ha dejado recuerdos muy gratos. Y es que es muy común que queramos huir de la situación de pararnos y hablar ante otras personas, sea en  el contexto o la circunstancia que sea. ¿O acaso no has tenido sudoración en las manos, aumento del ritmo  cardiaco o quizá una presión en el pecho en el momento de exponer o dirigir una reunión? Se nos cierra la garganta, nos tiemblan las piernas y las manos, nos da malestar estomacal, nuestra mente queda en blanco o confusa,  o hacemos largos silencios,    entre otras cosas.
A mi escuela llegan muchas personas, por no decir todas, contando sitMás allá del miedo escénicouaciones similares, e incluso peores. Sin embargo, todas parecieran ponerse de acuerdo en decir una frase  muy común: “Sufro de miedo de hablar frente al público” “Sufro de miedo escénico”. Y es allí donde pregunto, ¿qué es realmente el miedo escénico?, y mejor aún, ¿por qué se produce?
Para ahondar en éstas dos preguntas, es necesario hacer una diferenciación entre el concepto de miedo y de temor, que no son lo mismo. Cuando hablamos de miedo, nos referimos a  una “reacción emotiva frente a un peligro reconocido como tal”, ésta reacción se produce de forma biológica, alterando el estado físico y  emocional del individuo. En cambio, cuando hablamos de temor, hablamos de “una presunción, sospecha o recelo a un daño futuro”, esto quiere decir, un condicionamiento mental que lleva a una predisposición sobre algo que aún no ha acontecido. No obstante, comparto al igual que otros profesionales, como es el caso del licenciado Renny Yagosesky, la afirmación que dice que “hablar de Miedo Escénico implica realmente hablar de temor”, pues muchos de los problemas que tenemos cuando hablamos frente al público se producen ANTES y no DURANTE la acción comunicativa.
Pueden ser varios los detonantes de los  temores escénicos en las personas, que cuando se ven obligadas a estar en condición de “exhibición”, producen inmediatamente “el miedo escénico” evidenciado en respuestas físicas, psicológicas y conductuales.
Es curioso observar cómo las personas que llegan buscando combatir el miedo escénico, casi siempre afirman que llegaron porque quieren “mejorar su voz” cuyo volumen disminuye cuando expone; o mejorar su dicción, pues arrastran las palabras o hablan muy rápido como consecuencia de los nervios.  También comentan que quieren adquirir herramientas para dejar de sentir temblor en las manos o pies, o para dejar de usar muletillas tales como “Eh, Emmmmm, buenooooo, ahmmmmm”,  o silencios tan prolongados durante sus exposiciones. En lugar de eso, lo primero que sugiero a todos los  participantes es que reconozcan realmente “la causa” de su miedo escénico, más no solamente  que se limiten describir “sus efectos”. Sentir miedo, manifestado en todas las formas posibles, no es del todo mal, según afirman los psicólogos. Realmente, el miedo es un mecanismo de defensa que nos advierte del peligro a amenazas latentes. El verdadero problema es sentir “miedo” por relacionarnos con otros seres humanos, cuando nuestra naturaleza es  de carácter sociable.
Detectar las causas del miedo escénico, se convierte, desde mi experiencia, en la mejor forma para superar todo obstáculo que se presenta en la comunicación, y de esa manera, no quedarnos en una serie de técnicas de “forma” que pueden incluso llegar a confundir a la persona o hacerlo ver artificioso, o como diríamos en el lenguaje actoral, “sobreactuado”.
Para hablar de esto, menciono el caso de Fabián, un participante que llegó a mi escuela en busca de ayuda, pues reconocía presentar problemas para interactuar con las otras personas. Fabián se dedica al comercio. Vaya sorpresa tuve, cuando al inicio de la primera sesión, me confesó que ya había recibido clases de oratoria y de locución, pero que éstas no le habían servido mucho. Con esto quiero aclarar que no es que sean inútiles éste tipo de capacitaciones, pues  a decir verdad, incluso hacen parte de los elementos comunicativos que se trabajan en un programa integral de formación.  La cuestión es netamente de ENFOQUE. ¿De qué sirve enseñarle a una persona ciertos ejercicios de dicción, con trabalenguas y combinaciones fonéticas, si  ésta misma se bloquea o paraliza cuando habla ante la gente? Incluso, algunos aseguran que no pueden controlar los nervios, y que la ansiedad parece dominarlos. En el caso de Fabián, era tanto su bloqueo, que ante personas desconocidas le era difícil decir un “Buenos días”.  He tenido además, alumnos que se han desmayado o  han tenido parálisis en el momento de hablar ante un grupo  de personas. Éste cuadro requiere del uso de mayores herramientas.
Algo similar  me ocurrió hace algunos años, cuando tuve que hablar ante doscientos docentes en un encuentro pedagógico en Bogotá. Cabe resaltar que estudié teatro y ya me había enfrentado a públicos de más de mil personas. Sin embargo, ese día, la tensión se me bajó y sufrí de parálisis en la mitad de mi cara y  mis manos se torcieron. Pero, ¿por qué me ocurrió esto si estoy entrenado para trabajar ante públicos numerosos y además me dedico a enseñar comunicación? Usted mientras lee ésta historia, tal vez pueda sentirse decepcionado de mí. Más no fui inmune a lo que mis propios alumnos cuentan. No obstante, para alimentar completamente su curiosidad, permítanme contarle el final de mi experiencia: minutos antes, con algunas técnicas aprendidas empecé a recuperar la calma y ya parado frente a mi público, tras el evidente temblor de manos que se notaba a través del baile injustificado del micrófono, sentí la necesidad de contarle a mi audiencia lo que me estaba pasando. Mi sinceridad causó en el público sonrisas y aplausos, por no decir compasión, y con tal respuesta, transformé el miedo en la energía que necesitaba para hablar ante mi considerada audiencia.
Pero ahí no quedó la historia, al menos para mí, pues vi la necesidad  de profundizar en lo sucedido  para detectar su causa, y no tuve que hacer mucho para encontrarla: lo que me pasó se debió a una serie de temores que alimentaron un complejo intelectual que tenía. Era la primera vez en la que me enfrentaba a un público conformado por personas con alto grado de preparación académica, con gurús de la educación en Colombia, y me sentía juzgado por ellos, cosa que no era cierta. Más un diálogo interno, conformado por pensamientos pesimistas y complejos de inferioridad, se convierte en una bomba explosiva  que aniquila la expresión natural. La técnica que ya tenía me permitió salir a salvo de esa situación, más fue la profundización en mi temor y complejos la que me permitió superar ésta situación para que  no se repitiera en futuras ocasiones. Tuve la necesidad de explorarme internamente, reconocer mi sentir, reestructurar mi esquema mental y hacer las correcciones pertinentes.
Precisamente, dentro del proceso del vencimiento de los temores escénicos, se hace necesario  detectar las reales causas que los producen. Por ésa razón, la misma necesidad me llevó a incorporar dentro de las capacitaciones el espacio al que denominé “psicología de la comunicación” en la que hacemos un acercamiento a las realidades internas de las personas y su mundo subjetivo. Gracias a encuentros muy contundentes con alumnos que presentaban fuertes bloqueos, apareció la inquietud de buscar otras formas que nos permitieran llegar a la raíz de los temores.  Eso mismo desarrollamos con Fabián, al que las técnicas de forma le brindaron la gracia y expresividad necesarias para comunicarse, más  fue su reestructuración  interna lo que eliminó por completo sus temores.
Hasta el momento hemos hablado a grosso modo de la necesidad de detectar las posibles causas de los temores escénicos, pero ¿cuáles son las más comunes en la población?. En mi experiencia he podido catalogar, más que causas,  las situaciones más comunes que incrementan  el miedo de hablar frente al público (hablo de situaciones, pues considero que cada causa es única, aunque existen características comunes).  Los invito a leerlas con atención para analizar con cuál se identifican:
1. Desestructuración mental: Muchos se sorprenden, incluso yo lo sigo haciendo, cuando después de recibir técnicas para estructurar la ideas y los pensamientos, les resulta mucho más fácil sentirse y mostrarse seguros, al igual que expresarse con naturalidad mediante el cuerpo y la voz. Tras haber llegado buscando mejorar su voz o su expresión corporal, algunos participantes encuentran una solución casi inmediata con tan solo reforzar su pensamiento. ¿Por qué titubeaban al hablar? ¿Por qué sentían nervios? ¿Por qué se quedaban paralizados o congelados frente a la gente? O, ¿por qué aparentemente su mente quedaba en blanco u olvidaban lo que iban a decir? La respuesta: Por tener una organización débil de las ideas. Si a esto le sumamos un desconocimiento del tema o un factor sorpresa durante la exposición, el caos es inminente. Una vez desarrollan un trabajo de estructuración mental y conceptual, solo basta con  ejercitar algunos elementos de su expresión no verbal para obtener un perfil altamente comunicativo.  Por eso añado las palabras de Marilyn Vos Savant, hasta hace algunos años la persona con el coeficiente intelectual más elevado del mundo, que en su libro Gimnasia Cerebral dice: “Hasta que la ciencia descubra algún método por el cual los humanos podamos leer los pensamientos de otra mente, tendremos que usar nuestra propia fuerza cerebral –y nuestras palabras- para hacernos una idea clara en la forma más breve, segura y efectiva”.
2. Experiencias Previas: A veces no basta con trabajar solamente lo intelectual, cuando los bloqueos comunicativos van más allá. Algunas personas tienen buena memoria, son inteligentes y  creativas, pero en el momento de hablar ante el público, todo lo que se tiene pareciera desaparecer. Es ahí incluso cuando el miedo se puede convertir en una fobia, por su carácter incontrolable. Siempre pongo el caso de una mujer que pasó por mi escuela,  una mujer bella y exitosa,  que en su trabajo estaba rodeada de hombres. Incluso, era jefe de muchos.  Cuando llegó a la primera sesión, nos contó que le acomplejaba su voz tan tímida e infantil, y que quería trabajar en eso. A nosotros nos llamó particularmente la atención, que cuando hablaba, en muchas ocasiones colocaba su mano derecha sobre su boca, así que como parte del trabajo corporal, dedicamos mucho tiempo a crear consciencia de ese gesto parásito. A casi la mitad del curso, la participante nos confesó que su padre solía pegarle en la boca cuando ella era niña, cada vez que lloraba o pedía algo. Esos son los momentos que como profesionales nos cuestionamos sobre la efectividad de la técnica que poseemos para orientar a las personas, pues ¿qué podemos hacer para entrar en esas zonas de la conciencia donde difícilmente entramos por métodos intelectuales? Es allí donde el soporte psicológico tiene su importancia dentro de éstos procesos. Cada vez observo cómo los temores comunicativos tienen su raíz en la infancia o en experiencias pasadas. Sobre esto, tengo muchas historias conmovedoras.
3. Desconocimiento de sí mismo: “Primero conócete a ti mismo” declaraban los antiguos sabios y bien que sí lo sabían.  Una de las razones por las que muchas personas presentan falencias comunicativas es el poco o nulo conocimiento que tienen de sí, de sus posibilidades y por ende, de los demás. No es raro escuchar para los que nos dedicamos a ésta profesión comentarios cómo : “No sabía lo  atractiva que podía ser”, “Soy más comunicativo de lo que pensaba”, “Me encantó mi voz”, “Quién iba a pensar que mi mirada seducía”, “Creo que el ser prudente es mi gran virtud”, entre otros. Después de un proceso de formación, las personas amplían la visión que tiene de sí mismas, y esto por ende, potencializa su autoestima y seguridad personal, mejorando así notoriamente su desenvolvimiento comunicativo. Es por ello, que pienso que todo entrenamiento que se haga de las habilidades comunicativas, repercute de una u otra forma en la ampliación de la autoconciencia. Ésta es una de las razones por las que personas con poca experiencia en el manejo de públicos, padecen de temores escénicos, pues la falta de vivencias en éste campo, repercute en el desconocimiento comunicativo que tienen de sí y de la labor,  y por ende, da pie a la acumulación de temores y flaquezas para asumir dichas responsabilidades.
4. Dificultades para  asumir el cambio: Para una persona entrenada en comunicación resulta menos difícil improvisar o adaptarse al cambio en situaciones inesperadas. Esto ocurre con los grandes actores de teatro, quienes a veces no saben lo que le depara del público que tienen, y pueden salir a salvo de situaciones bochornosas.  Aún así, el concepto de “novedad”, como bien lo dice también el licenciado “Yagoseski”, puede aumentar el temor escénico. El enfrentarse  a lo que desconocemos, sean personas, situaciones, espacios o temáticas, puede resultar todo un reto. Hay personas que por naturaleza se adaptan con mayor facilidad a los cambios, pero otras que no. Y son éstas últimas, las que ven comprometidas su expresión natural. Es allí cuando se presentan bloqueos y se hace necesario trabajar la fluidez comunicativa de carácter adaptativo, que te permite entrar en relación con diferentes públicos y asumir diversos contextos.
5. Nuevas responsabilidades o roles: Algo muy parecido a lo que me pasó. Cuando se te presentan nuevos retos, que consideras de gran importancia y a los que les concedes una enorme trascendencia, puede pasar que causen boqueo y estrés, afectando tu desempeño normal. Si a esto le sumamos, algún tipo de complejo o debilidad en la estructura mental, es mayor la probabilidad para sentir miedo escénico en el momento de comunicar frente a otros.  Lo que a menudo ocurre es que la misma intensidad  de nuestra responsabilidad nos llena de ansiedad y comenzamos a tener menor  concentración en la misma preparación del tema. Algunos me dicen: “Pero si yo lo preparé. Me dediqué días enteros a estudiar el tema y cuando fui a exponer, no sé lo que me pasó”. Es ahí donde motivo a indagar, no en la cantidad  sino en la calidad, no en el número de horas trabajadas, sino realmente en las que fueron productivas. ¿De qué sirve sentarnos a preparar un tema durante varias horas, si  la mayor parte del tiempo estuvimos dispersos, llenos de ansiedad y con innumerables pensamientos pesimistas?
6. Problemas con las relaciones de autoridad: En el contacto con ejecutivos jóvenes, he llegado observar que muchos de ellos poseen destacables habilidades comunicativas cuando se dirigen a sus subalternos, las mismas que se ven opacadas cuando tienen que pararse frente a sus jefes o figuras de autoridad. Eso mismo sucede en algunas relaciones de mujeres frente a hombres o viceversa.  Considero que las falencias dentro de éste tipo de relaciones tienen su raíz dentro de los problemas ya mencionados como la desestructuración mental, el desconocimiento de sí mismo o las experiencias previas. No obstante, cuando el caso es muy específico, es necesario partir y profundizar en la forma cómo la persona construye sus relaciones.  Menciono el caso de   un ejecutivo joven que alguna vez atendimos, un hombre guapo y brillante. A pesar de esto, sus relaciones con sus superiores no eran muy armónicas y esto le dificultaba comunicarse asertivamente con ellos. Solo le ocurría en éste caso. En lo demás, no  presentaba falencias. Precisamente, esto  sumado a otras experiencias que he conocido, me llevó concluir que cualquier desequilibrio en la forma como se percibe o se construyen las relaciones, afecta directamente la comunicación.
7. Características generacionales: Por último, y tal vez como el resultado de todas las anteriores situaciones ya descritas, hablo de las falencias que presentan las nuevas generaciones; aunque en nuestra escuela hemos capacitado desde niños a personas que superan los sesenta años de edad. Sin embargo, no cabe duda que la generación actual, sobre todo  la llamada “Generación Digital”, se caracteriza por presentar falencias en la comunicación directa o cara a cara. Cada vez observo a adolescentes o adultos jóvenes que se les dificulta entablar una conversación, hacer amigos y mucho más, hablar ante públicos. En su libro El cerebro digital, el Dr Gary Small, menciona cómo las nuevas tecnologías están cambiando nuestra mente, y señala algunos de los aspectos negativos de éstas transformaciones:”Lamentablemente, la obsesión actual por la tecnología informática y los videojuegos está atrofiando el desarrollo del lóbulo frontal de  muchos adolescentes, de  lo que se resienten su habilidades sociales y de razonamiento”.
¿Acaso es usted de los que chatean por el blackberry mientras lee éste artículo o está en reunión de trabajo? Bueno, al menos tengo la esperanza de que si usted llegó hasta ésta parte del artículo, no está del todo mal. Las nuevas generaciones no aguantarían ni siquiera las primeras diez líneas de éste escrito o lo hubieran leído como lo hacen cuando buscan información por Google: rápido, de corrido y solamente prestando atención a las palabras claves. Con todas seguridad, la comunicación está cambiando, pero mientras vivimos esa transición, si es conveniente corregir aquellas dificultades que presentan las generaciones actuales.
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Llegados a éste punto, quiero agradecerles el interés por éste artículo.  Seguramente, han sacado provecho de lo que aquí se ha expuesto, y espero  que muchas de las ideas les hayan dado claridad sobre lo que tal vez les pueda estar pasando.  Hicimos una explicación del significado de miedo y temor escénico, así como un recuento de las situaciones que pueden obstaculizar la comunicación. Sin embargo, no pretendo tan solo plantear una problemática y que las cosas queden ahí. En capítulos posteriores, indagaremos en la solución a todas éstas causas de las falencias comunicativas y daremos pautas prácticas para la superación de los temores escénicos. Por ahora, les deseo un feliz día y mucha consciencia en su próximo encuentro frente a públicos.

Por: IM

Gimnasia cerebral de Marilyn Vos Savant
El Cerebro Digital de Gay Small
http://www.monografias.com/trabajos10/el_temo/el_temo.shtml
http://proyectosalonhogar.com/Diccionario/diccionario_psicologico_M_N.htm
http://definicion.de/miedo/
http://definicion.de/temor/
http://es.wikipedia.org/wiki/Miedo_esc%C3%A9nico
http://es.wikiquote.org/w/index.php?title=Especial%3ABuscar&search=primero+conocete+a+ti+mismo&button=

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