Debido a las solicitudes de algunos de mis lectores, he decidido tratar en esta oportunidad una situación que es muy común en el desenvolvimiento laboral, y a decir verdad, su repercusión va más allá de este campo. Hablo del miedo que provoca hablar frente a alguien de mayor jerarquía y que se traduce en muchos de los casos, en bloqueos comunicativos a la hora de enfrentarnos a esta situación.
¿Eres de lo cambias tu expresión natural cuando estás frente a tu jefe? ¿Te sientes inhibido frente a personas de mayor autoridad? ¿Sufres cada vez que tienes que hablar frente a un superior, como en una entrevista, una entrega de reporte o una junta? ¿El sentirte analizado u observado te bloquea? Entonces, las siguientes palabras te pueden llamar la atención.
Yo suelo llamar a esta situación “miedo escénico producido por relaciones de jerarquía”. Y créeme, es más común de lo que te imaginas.
Desde niños, se nos enseña a respetar a las figuras de autoridad, comenzando con la imagen que ejercen nuestros mismos padres y hasta la de nuestros hermanos mayores. Es casi como si supiéramos por ley natural, que debemos sumisión a este tipo de personas. Luego, entramos al colegio, y nos enfrentamos a las figuras de los profesores, el rector o los chicos mayores a nosotros. Siempre en una constante relación de poder y autoridad, que incluso supera a la misma diferencia generacional. En este punto podríamos abarcar páginas y páginas.
Sin embargo, ¿qué ocurre cuando más allá del respeto normal que tenemos hacia nuestras figuras de autoridad, sentimos temores profundos hacia ellos, que limitan nuestra capacidad para pensar y comunicar en las situaciones en las que necesitamos hacerlo?.
Siempre he dicho: “Una cosa es respetar a nuestros padres, otra muy diferente es temerles”. Eso lo traslado a la cotidianidad laboral, más exactamente, a la relación subordinado-jefe. ¿Le temes a tu jefe?.
Siempre he dicho: “Una cosa es respetar a nuestros padres, otra muy diferente es temerles”. Eso lo traslado a la cotidianidad laboral, más exactamente, a la relación subordinado-jefe. ¿Le temes a tu jefe?.
No voy a ahondar en el por qué de esta situación, pues las causas pueden ser muy diferentes en cada persona y caso. No obstante, sí considero imprescindible que detectemos la razón de ser de nuestros temores frente a superiores. Para ello, se necesita un trabajo de investigación interior.
Por consiguiente, me voy a centrar en compartirte algunas soluciones para vencer el temor escénico que sentimos cada vez que nos paramos frente a nuestros superiores.
Cabe aclarar, que cada alternativa que propongo, requiere de un trabajo estratégico, constante y concienzudo para su efectividad.
Cabe aclarar, que cada alternativa que propongo, requiere de un trabajo estratégico, constante y concienzudo para su efectividad.
HERRAMIENTAS PARA SUPERAR LOS TEMORES COMUNICATIVOS EN RELACIONES DE JERARQUÍA.
1. Estructuración y trabajo de estructura mental:
Para transformar el miedo escénico frente a nuestros jefes es necesario combatir la situación de raíz y para ello, debemos llegar a nuestra MENTE. Y más exactamente, nuestro PENSAMIENTO. ¿Cómo estamos pensando? ¿Cuáles son los pensamientos más recurrentes en nosotros antes y durante éste tipo de situaciones? ¿Qué concepto tenemos de nuestra relación con el jefe? ¿Está nuestro pensamiento firmemente estructurado y agudo como para no dejarnos llevar por la lucha interna cuando hablamos frente a nuestros superiores? ¿Tenemos una fuerte concentración y control mental, o nos sobre saturamos de pensamientos volátiles pero punzantes cuando comunicamos? A ésto, los hindúes lo llaman: “La mente del mico”, caracterizada por pensamientos descontrolados o diálogos internos que aniquilan nuestra expresión natural y fluidez.
Permíteme compartirte el caso de una ex participante. La voy a llamar Andrea.
Permíteme compartirte el caso de una ex participante. La voy a llamar Andrea.
Caso Andrea:
Ella es una mujer de 30 años que ha dedicado gran parte de su vida a estudiar y trabajar. Siempre tuvo las mejores calificaciones en el colegio y universidad, y empezó su carrera profesional muy joven. Ahora es ascendida por su jefe actual, a un cargo en el que debe dirigir grupos de trabajo, en un departamento diferente al habitual. Aunque su jefe, hombre, la ve como una buena profesional, Andrea le teme. Él es un individuo irascible, pocas veces sonríe y es muy exigente. La verdad, todo el mundo le teme en la empresa.
Andrea, después de un trabajo mental, reconoció: “Cuando estoy parada frente a él, me inundan los pensamientos negativos, así no sean ciertos. Pienso…mmm, no me está creyendo. ¡Tengo que hacerlo bien! ¡Tengo que demostrarle que sí me estoy preparando en el tema! ¿Por qué haría ese gesto, será que me va a corregir? ¿Qué dirán mis compañeros en éste momento? ¡Ah, muchos me tienen envidia porque me ascendieron! ¿Qué tal si me equivoco? No puedo fracasar.
Lo más llamativo en el caso de Andrea, es que ella no había sido consciente aún de sus luchas internas. En la primera sesión, me manifestó que solía quedarse “en blanco” cuando hablaba frente a su jefe. Con todos estos pensamientos, ¿crees que estaba su mente en blanco? ¡Por supuesto que no! Y lo peor, es que muchos de nosotros pensamos lo mismo, cuando lo que realmente ocurre, es que nuestra mente se bloquea en medio de tanto “pensamiento basura”, por lo que pierde su foco y concentración. No en vano, nos bloqueamos verbalmente.
A este punto quiero llegar dentro del trabajo mental: todo pensamiento, es representado luego en palabras, en verbo. Incluso, en ausencia de verbo. Por esta razón, además de transformar y estructurar los pensamientos, las ideas y los conceptos personales, es necesario también observar las frases que usamos y reconocer el cómo nos estamos comunicando verbalmente. Un buen método, es trabajar también de afuera hacia adentro, construyendo y usando expresiones empoderadas durante la comunicación con nuestra jefes. Evitar los diminutivos, las vaguedades y las expresiones minimizadoras, y reemplazarlas por frases francas, directas y positivas. En otro artículo o video, las expondremos a profundidad.
Una vez reconocidos nuestros pensamientos, se hace necesario “construir nuestra mente”, y aunque en esto ayuda la corrección de nuestro lenguaje, como acabo de mencionar, no es suficiente. Entonces, llega el momento de EDIFICAR NUESTRO PENSAMIENTO, dentro del mismo contenido de nuestro discurso profesional. ¿Cómo organizamos las ideas que queremos exponer frente a nuestros superiores? ¿Cómo construimos y compartimos los conceptos?.
Aquí no hablo solamente de aprenderse bien el tema, sino de CÓMO LO ESTRUCTURAMOS para facilitar su comprensión y comunicación. Creo que una mente fuerte, redunda en seguridad personal y mejor autoestima.
Aquí no hablo solamente de aprenderse bien el tema, sino de CÓMO LO ESTRUCTURAMOS para facilitar su comprensión y comunicación. Creo que una mente fuerte, redunda en seguridad personal y mejor autoestima.
Algunos me preguntan: “Profe Isra, ¿cómo hago para que se me quite el miedo?”. Mi respuesta es: “No te centres en él. Céntrate en la estructuración de tu pensamiento. Una vez tengas un contenido fuerte, asimilado e interiorizado, el temor se transforma”. La mente fuerte es directamente proporcional a la seguridad personal.
2. Desarrollo en habilidades comunicativas:
Un buen proceso de entrenamiento comunicativo, redunda en seguridad y confianza a la hora de exponer frente a superiores. El trabajar la expresión corporal, la voz y el habla, así como el desarrollar estrategias comunicativas nos brinda mayor confianza a la hora de dirigirnos a un jefe. Es como cuando conducimos nuestro carro en una calle que ya conocemos. Lo hacemos más naturalmente. Eso mismo lo obtenemos al desarrollar mejores elementos de forma, dentro de nuestra singularidad y autenticidad personal. Por ejemplo, si reconoces y usas mejor tu voz, y te sientes agradado por su timbre y sus recursos expresivos, con mayor facilidad y confianza comunicarás tus ideas. Si reconoces y fluyes libremente en la expresión de tu cuerpo, con naturalidad, lograrás un mayor dominio de tu mensaje y de tus interlocutores, entre ellos, tu jefe. Por el contrario, si tu cuerpo está rígido, introvertido o bloqueado, la posibilidad para que el miedo gane fuerza es aún mayor.
Dentro de este trabajo, es clave el control de la respiración. Y no hablo de un simple “respira profundo y cuenta hasta 10”. Hablo de una integración de tu cuerpo físico, mental y emocional, mediante el uso saludable de la respiración. Todos tenemos el control personal en nuestras manos, o mejor dicho, en nuestra nariz. La integración de ésta trinidad: cuerpo, mente y emoción, mediante la respiración, favorece en profundidad la expresión corporal y la voz. Conociendo y reconociendo estos principios en nosotros y llevados a la aplicabilidad cotidiana, nos proveemos de la seguridad y confianza necesarias para enfrentar todo tipo de reto comunicativo. Aquí hago alusión a los antiguos sabios: “Primero conócete a ti mismo”.
Dentro de este trabajo, es clave el control de la respiración. Y no hablo de un simple “respira profundo y cuenta hasta 10”. Hablo de una integración de tu cuerpo físico, mental y emocional, mediante el uso saludable de la respiración. Todos tenemos el control personal en nuestras manos, o mejor dicho, en nuestra nariz. La integración de ésta trinidad: cuerpo, mente y emoción, mediante la respiración, favorece en profundidad la expresión corporal y la voz. Conociendo y reconociendo estos principios en nosotros y llevados a la aplicabilidad cotidiana, nos proveemos de la seguridad y confianza necesarias para enfrentar todo tipo de reto comunicativo. Aquí hago alusión a los antiguos sabios: “Primero conócete a ti mismo”.
Estoy seguro que Tú, puedes dar más, y si miras un poco más dentro ti, sabes también que lo puedes hacer. El trabajo en comunicación te brinda esa posibilidad, pues es el pretexto idóneo para trabajar sobre tus potencialidades.
3. Reconocimiento, transformación y desarrollo de la energía:
Soy un total convencido del poder de la energía a la hora de comunicar. Es más, me atrevo a afirmar que la comunicación es “una manifestación de la energía”. ¿Pero cómo podemos manifestar nuestra energía al comunicar si ni siquiera la reconocemos en nosotros mismos? Te invito a que observes tu “energía” antes, durante y después de hablar con tu jefe. ¿Es la misma que cuando estás con alguien a quién amas o te sientes feliz?. Evidentemente no. De lo contrario, no sentirías escalofríos, sudoración o aumento de la tensión arterial frente a tu superior. Ni muchos menos, te bloquearías mental o verbalmente para comunicarle lo que piensas. ¿Por qué no te atreves a decirle lo que piensas? Dirás: Me da miedo. ¿Y acaso cómo está tu energía en ese momento? ¿Por qué hay otras personas que tienen más “carácter” para hablar cara a cara con otros, no importando su nivel jerárquico? Estas personas suelen compartir su energía con los demás, no se la comen o la frenan.
Creo que no es necesario sustentar el papel que juega la energía en la comunicación, porque es algo que simplemente “SE SIENTE”. Tú, mientras lees estas líneas, puedes confirmarlo. Incluso, a veces usamos expresiones comunes como “esa persona es de mala o de buena vibra”. ¿Cómo lo sabes? Porque lo sientes. Aunque también se puede observar y escuchar.
Una vez reconocida la energía comunicativa que hay en ti, es necesario transformarla y desarrollarla para sacarle su máximo provecho a la hora de comunicar, y más que eso, a la hora de VIVIR.
Algunos ex participantes me han escrito cosas como: “Mis compañeros de trabajo me han preguntado qué es lo que me he hecho, pues me sienten distinto.”
Ellos, al igual que yo, saben que han reconocido, transformado y siguen desarrollando su energía comunicativa.
Mi consejo: realiza actividades que redunden en tu armonía y felicidad. Practica algún deporte o actividad extra que te beneficie interna y externamente. Come mejor. Desarrolla tu espiritualidad. Todo esto potencializará y sanará tu energía. Así, estarás más liviano, para afrontar cualquier reto, incluso, el de comunicar frente a tus jefes.
4. Indagar y re conceptualizar la forma cómo ves las relaciones de jerarquía:
Este punto debe ir intrínseco a los ya mencionados, pero de todas maneras, yo le doy su propio espacio. Es una mezcla entre explorar, reconocer, sanar y estructurar una nueva percepción de la vida. Es un trabajo completamente interno. ¿Qué pienso y siento de las relaciones humanas? ¿Cómo veo las relaciones entre Jefe-Subordinado, Mujer-Hombre, Rico-Pobre, Padre-Hijo, etc.?.
¿Cómo las fundamento? ¿Qué me hacen sentir? Si siento algo especial respecto a ellas, ¿Cómo actúo en conformidad a ese sentir? ¿Tengo prejuicios? ¿Por qué? ¿Sobre qué se fundamentan? ¿Cuál fue su origen? ¿Cómo es mi sistema de creencias?
Muchos dirán: ¡No más preguntas Israel! ¡Basta!
Es precisamente por eso que siempre he trabajando con mis alumnos mediante asesorías individuales. Hay cosas que solo competen a nosotros mismos. Este trabajo interno es muy satisfactorio y redunda en resultados a corto plazo. No importa, dónde ni cómo lo hagas, ni bajo qué técnica. El trabajar tu YO INTERNO, es la mejor inversión para la vida. Te insto a indagar en ello, y a tu manera.
Estimado lector: confío en la claridad que este artículo te haya brindado. Tal vez tú o alguien cercano a ti están pasando por una situación similar.
Hemos hablado de 4 formas o alternativas para superar el miedo escénico o bloqueos que se nos presentan al hablar frente a una figura de autoridad. ¿Con cuál te identificaste más? ¿Cuál llamó más tu atención?.
Todo en la vida tiene una solución. Y la solución está en nosotros mismos.
Yo solo me baso en nuestra experiencia, investigación y profunda vocación por la comunicación humana.
Gracias por leer éste artículo. Espero tus comentarios.
Israel Muñoz G.
El Profe Isra
pp.markingpersonal@gmail.com
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