Artículo # 2
Basado en el libro Comunicar, El Arte de Existir
El desinterés para pensar
Suena duro o inquietante para algunos, pero es verdad. En muchos casos, las personas simplemente no tienen el más mínimo interés para construir un concepto en su mente; es lo que llamaríamos un “cerebro perezoso”. Y no solamente es cuestión de pensar, porque todos pensamos o, mejor dicho, todos tenemos pensamientos. La diferencia radica en crear, estructurar u organizar nuestros pensamientos. Esto implicaría un esfuerzo de nuestra parte y a la activación de nuestra voluntad, algo que cuesta, pero que todos, por esencia, podemos hacer.
El construir un concepto, o, más simple aún, el concebir algo en nuestra mente, es un proceso que requiere tiempo. No solo es cuestión de poseer un talento mental. Es cuestión también de dedicación a ello. De tener una disposición a ello. Considero que esto es algo que deberíamos lograr por nosotros mismos, pero muchos prefieren conceder esa responsabilidad a otros. Los padres de familia, por ejemplo, andan muy ocupados y delegan esa responsabilidad a los colegios. Llegamos a adultos, y creemos que por estar en cierta universidad, y por seguir llenándonos de “datos”, nuestra mente va a ser más fuerte. Puede también que leamos muchos libros, nos mantengamos informados con las noticias, veamos mucha televisión, naveguemos mucho por internet, y que, de cuando en cuando, citemos de memoria a grandes pensadores. Pero es frecuente que no dediquemos tiempo en nuestra mente a procesar los conceptos que nos enseñan, ni la información que recibimos. En consecuencia, repetimos y repetimos ciegamente. Preferimos entonces que nos “construyan el cerebro” y tomamos los conceptos de otros como nuestros.
Para mí, uno de los fundamentos de la educación debería ser la construcción de nuestra mente desde la autoconsciencia, es decir, la formación de un criterio. Pero pasamos por la escuela primaria, la secundaria, fuimos a la universidad, llegamos al doctorado, ¿y realmente aprendimos a construir el pensamiento desde la autoconciencia? ¿Tenemos la voluntad de tomar una información, una serie de pensamientos y convertirlos en un concepto alimentado por nuestro raciocinio? ¿Por nuestra capacidad natural de creación? Estos interrogantes, que ya son lo suficientemente problemáticos, nos llevan a otro que también es fundamental: ¿cómo creemos que podemos producir palabra hablada de forma estructurada, cuando nuestra “palabra interna” no lo está?
Imaginemos que no hemos dedicado el suficiente tiempo para construir o crear nuestros conceptos profesionales, y, de pronto, “por cosas de la vida”, tenemos ahora una posición de liderazgo en la que vamos a compartir con otros nuestros pensamientos. ¿Cómo creen ustedes que será nuestra comunicación en un caso como ese? Por eso, primero hay que estructurarse sólidamente por dentro. Con ese vacío han llegado algunas personas a mi consulta. Llegaron pensando que de lo que se trataba era de aprender a controlar “su nerviosismo”, pero, finalmente, comprendieron que lo esencial –y por donde debían comenzar- era estructurar su mente. Estimados lectores, de corazón les comparto una verdad muy sencilla: a Cerebro fuerte… seguridad personal fuerte.
CONCLUSIONES:
Basado en el libro Comunicar, El Arte de Existir
El desinterés para pensar
Suena duro o inquietante para algunos, pero es verdad. En muchos casos, las personas simplemente no tienen el más mínimo interés para construir un concepto en su mente; es lo que llamaríamos un “cerebro perezoso”. Y no solamente es cuestión de pensar, porque todos pensamos o, mejor dicho, todos tenemos pensamientos. La diferencia radica en crear, estructurar u organizar nuestros pensamientos. Esto implicaría un esfuerzo de nuestra parte y a la activación de nuestra voluntad, algo que cuesta, pero que todos, por esencia, podemos hacer.
"Uno de los fundamentos de la educación debería ser la
construcción de nuestra mente desde la autoconciencia, es decir, la
formación de un criterio"
![]() |
Cerebros vacíos, pensamientos difusos, mentes pobres. |
El construir un concepto, o, más simple aún, el concebir algo en nuestra mente, es un proceso que requiere tiempo. No solo es cuestión de poseer un talento mental. Es cuestión también de dedicación a ello. De tener una disposición a ello. Considero que esto es algo que deberíamos lograr por nosotros mismos, pero muchos prefieren conceder esa responsabilidad a otros. Los padres de familia, por ejemplo, andan muy ocupados y delegan esa responsabilidad a los colegios. Llegamos a adultos, y creemos que por estar en cierta universidad, y por seguir llenándonos de “datos”, nuestra mente va a ser más fuerte. Puede también que leamos muchos libros, nos mantengamos informados con las noticias, veamos mucha televisión, naveguemos mucho por internet, y que, de cuando en cuando, citemos de memoria a grandes pensadores. Pero es frecuente que no dediquemos tiempo en nuestra mente a procesar los conceptos que nos enseñan, ni la información que recibimos. En consecuencia, repetimos y repetimos ciegamente. Preferimos entonces que nos “construyan el cerebro” y tomamos los conceptos de otros como nuestros.
![]() |
¿Eres tú quien construyes tu propio cerebro? ¿O dejas que otros lo hagan por ti? |
Para mí, uno de los fundamentos de la educación debería ser la construcción de nuestra mente desde la autoconsciencia, es decir, la formación de un criterio. Pero pasamos por la escuela primaria, la secundaria, fuimos a la universidad, llegamos al doctorado, ¿y realmente aprendimos a construir el pensamiento desde la autoconciencia? ¿Tenemos la voluntad de tomar una información, una serie de pensamientos y convertirlos en un concepto alimentado por nuestro raciocinio? ¿Por nuestra capacidad natural de creación? Estos interrogantes, que ya son lo suficientemente problemáticos, nos llevan a otro que también es fundamental: ¿cómo creemos que podemos producir palabra hablada de forma estructurada, cuando nuestra “palabra interna” no lo está?
![]() |
Es muy difícil que nos comuniquemos con propiedad si no tenemos claridad en nuestras ideas. Y mucho más allá de eso, sino hemos creado una estructura mental fuerte. |
Imaginemos que no hemos dedicado el suficiente tiempo para construir o crear nuestros conceptos profesionales, y, de pronto, “por cosas de la vida”, tenemos ahora una posición de liderazgo en la que vamos a compartir con otros nuestros pensamientos. ¿Cómo creen ustedes que será nuestra comunicación en un caso como ese? Por eso, primero hay que estructurarse sólidamente por dentro. Con ese vacío han llegado algunas personas a mi consulta. Llegaron pensando que de lo que se trataba era de aprender a controlar “su nerviosismo”, pero, finalmente, comprendieron que lo esencial –y por donde debían comenzar- era estructurar su mente. Estimados lectores, de corazón les comparto una verdad muy sencilla: a Cerebro fuerte… seguridad personal fuerte.
CONCLUSIONES:
- Tenemos un cerebro perezoso cuando mostramos desinterés por construir un concepto o pensamiento por nuestra propia voluntad y esfuerzo.
- Pensar no significa Construir Pensamiento.
- Solemos delegar a otros la responsabilidad de construir nuestros criterios. ¡Y no nos damos cuenta!
- Estudiar o acumular información no es suficiente para construir un criterio o un pensamiento.
- La educación debería ayudar a que las personas aprendamos a construir criterios desde la autoconciencia.
- Para hablar con propiedad se requiere de poseer un pensamiento sólido y estructurado.
Artículo escrito por:
Israel Muñoz "El Profe Isra"
Extraído de su trabajo Comunicar, El Arte de Existir.
Comentarios
Publicar un comentario