Artículo N° 3 extraído del libro Comunicar, el arte de existir.
Aunque la mayoría de personas habitualmente estamos pensando en “palabras”, independientemente de nuestro idioma, presentamos dificultad para hacer que la idea pura y abstracta se concrete, se materialice y se exteriorice en palabras. Algunos dicen: “yo sé, dentro de mí lo sé; pero no sé cómo decirlo”. ¿Te ha pasado algo similar?
Incluso, antes de articular una palabra, en nuestra mente nosotros ya la hemos elegido y estructurado. Entonces, ¿por qué ocurre eso de que no podamos o no sepamos traducir o exteriorizar lingüísticamente una idea?
Comúnmente, se ofrece todo tipo de explicaciones: la carencia de datos suficientes, dirán algunos; otros dirán que es por la falta de un vocabulario más amplio; algunos se atreverán a afirmar que quien tenga esas dificultades es porque no ha tenido suficiente educación; y hay quienes dirán que la solución a esas fallas es dedicarle más tiempo a la lectura.
Yo no estoy tan de acuerdo con tales explicaciones, pero independientemente de lo errados o acertados que puedan estar ese tipo de comentarios, lo que sí queda claro es que mucha gente se enfrenta a la problemática de la ausencia de recursos para definir su pensamiento en palabras.
De manera que he conocido personas a las que se les dificulta traducir en palabras sus percepciones o sensaciones. Algunos los llaman “cortos de habla”; pero en mi opinión, es algo más complejo que eso y es una condición que puede cambiar de acuerdo con el caso. Por ejemplo, se ha definido que existen claras diferencias entre hombres y mujeres a la hora de verbalizar las emociones o las sensaciones. Las investigaciones en neuropsicología, así como los avances en las tecnologías con neuroimagen, han permitido determinar que las mujeres presentan mayor facilidad para definir y expresar lo que sienten, pues poseen mayor cantidad de fibras y conexiones en el cuerpo calloso, que es el área que comunica el hemisferio derecho (encargado de los procesos emocionales) con el hemisferio izquierdo (encargado de los procesos lógicos); igualmente, esa mayor facilidad se debe a que las mujeres tienen mayor activación del área tálamo-cingular que determina en gran medida el comportamiento emocional, así como mayores conexiones entre el cerebro límbico y la neocorteza.
Pero también las investigaciones han demostrado que las diferencias en los comportamientos y en las capacidades mentales de cada individuo, están supeditadas y se transforman de acuerdo con las experiencias y aprendizajes que haya adquirido en sus contextos socioculturales. En otras palabras, la organización cerebral es particular y se modifica por las circunstancias; es por ello que sigo siendo insistente en el hecho de trabajar con mis participantes de forma personalizada. Cada persona es un mundo por explorar; de hecho, en oposición a las evidencias científicas que presentaba hace un momento, he conocido mujeres que difícilmente saben con claridad lo que sienten y hombres, por el contrario, cuya comunicación emocional está bastante pronunciada. ¡No todos somos iguales!.
Existe un caso especial de dificultad para expresar las emociones o sensaciones. La psiquiatría lo llama “Alexitimia”: la incapacidad para expresar en palabras sus propios sentimientos. El concepto fue creado en 1972 por el doctor Peter Sifneos, un psiquiatra de Harvard. Yo lo traigo a colación, no para ocuparme de él, sino para recordar que algunas personas no son alexitímicas, pero parecieran serlo.
A este respecto, recuerdo una conversación que sostuve con una famosa pedagoga y pensadora del sector de la educación mientras compartíamos asientos en un avión. Comenzamos a intercambiar nuestras apreciaciones sobre la comunicación de la sociedad actual, especialmente la comunicación de las nuevas generaciones. Ella usó una expresión –que yo acuñé posteriormente dentro de mi programa- con la cual sintetizó perfectamente lo que ocurre con muchas personas; ella dijo: “en la comunicación actual, existe una seria desconexión con lo emotivo”. ¿ Y tú qué opinas?
Hasta el momento he hablado de problemas para definir las emociones, propias o ajenas. Sin embargo, el problema implica también otras dificultades, incluso de tipo perceptivo, asociativo y cognoscitivo, como lo es la incapacidad para relacionar los objetos con sus atributos y expresarlo en lenguaje, la incapacidad para codificar una información y, posteriormente, decodificarla, así como la dificultad de hacer relaciones comparativas y de diferencia entre objetos. Todas esas, son habilidades mentales importantes para el desarrollo de la comunicación. La carencia de éstas, supone un desempoderamiento lingüístico grave, es decir, una grave limitación en la capacidad de poner en palabras una idea. Pero recordemos que casos así son tan solo manifestación de algo que ocurre internamente.
En términos prácticos, las dificultades tienen distintos acentos: la persona, por ejemplo, por desconocimiento (ausencia de vocabulario), no encuentra las palabras más apropiadas al contexto que expliquen o representen lo que quieren decir; o no hay claridad en su pensamiento; o presenta dificultad para traducir en palabras los estímulos externos que recibe, dificultad para darle un valor específico a lo que ve. Tal vez la persona no ha hecho la conexión necesaria que le permita definir lo que percibe. Los problemas para verbalizar lo que se piensa, pueden deberse también a dificultades para asociar ese pensamiento con ideas más sencillas que nos ayuden a definirlo o, incluso, ejemplificarlo.
Es sabido que el cerebro humano trabaja a partir de un sistema de asociaciones neuronales, que se pueden traducir también en asociaciones entre pensamientos. Cuando no hay asociaciones de éste tipo, indiscutiblemente se presentarán problemas para verbalizar los mismos pensamientos.
En la vida real puedo ver muchos de esos casos, o me encanta extraerlos de la televisión. He observado a algunas presentadoras de secciones de farándula en los noticieros, o presentadoras de programas de variedades, hablar de la siguiente forma: “estoy muy emocionada por el ambiente que se vive en esta feria. Realmente es espectacular. El público está feliz, alegre y contento, porque los artistas invitados son espectaculares, son artistas muy conocidos. Así que todo el mundo está disfrutando de este momento, y cada uno se puso su mejor traje para verse espectacular esta noche”, etc.
¿Qué hace que una persona relacione varios elementos de su mundo con un solo adjetivo? (espectacular) ¿Acaso tiene una significación o un valor que aplicaría igual, e indistintamente, para caracterizar a una feria abarrotada de personas, a unos artistas que están entreteniendo al público y a personas luciendo trajes decorosos? Por otro lado, ¿por qué una persona usa palabras sinónimas para describir solo una emoción, como el caso de “feliz, alegre y contento”? Reflexiona sobre ello también.
Sea lo que sea, está claro que existe en muchas personas, hombres y mujeres, la dificultad para expresar lo que se piensa y lo que se siente. Y dentro de mi experiencia te lo aseguro: la mayoría callan o lo ocultan. Y los que se atreven a expresarlo, quizá no lo logran de la forma más asertiva. Es ahí cuando vienen las ambigüedades, los malos entendidos, y lo que es peor aún, la grosería y la agresividad.
Artículo escrito por:
Israel Muñoz "El Profe Isra"
www.hableconpropiedad.com
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En el año 2008, la señorita Antioquia, fue victima de un error al expresar sus ideas. Su respuesta aún permanece en el recuerdo de muchos. |
Aunque la mayoría de personas habitualmente estamos pensando en “palabras”, independientemente de nuestro idioma, presentamos dificultad para hacer que la idea pura y abstracta se concrete, se materialice y se exteriorice en palabras. Algunos dicen: “yo sé, dentro de mí lo sé; pero no sé cómo decirlo”. ¿Te ha pasado algo similar?
Incluso, antes de articular una palabra, en nuestra mente nosotros ya la hemos elegido y estructurado. Entonces, ¿por qué ocurre eso de que no podamos o no sepamos traducir o exteriorizar lingüísticamente una idea?
Comúnmente, se ofrece todo tipo de explicaciones: la carencia de datos suficientes, dirán algunos; otros dirán que es por la falta de un vocabulario más amplio; algunos se atreverán a afirmar que quien tenga esas dificultades es porque no ha tenido suficiente educación; y hay quienes dirán que la solución a esas fallas es dedicarle más tiempo a la lectura.
Yo no estoy tan de acuerdo con tales explicaciones, pero independientemente de lo errados o acertados que puedan estar ese tipo de comentarios, lo que sí queda claro es que mucha gente se enfrenta a la problemática de la ausencia de recursos para definir su pensamiento en palabras.
De manera que he conocido personas a las que se les dificulta traducir en palabras sus percepciones o sensaciones. Algunos los llaman “cortos de habla”; pero en mi opinión, es algo más complejo que eso y es una condición que puede cambiar de acuerdo con el caso. Por ejemplo, se ha definido que existen claras diferencias entre hombres y mujeres a la hora de verbalizar las emociones o las sensaciones. Las investigaciones en neuropsicología, así como los avances en las tecnologías con neuroimagen, han permitido determinar que las mujeres presentan mayor facilidad para definir y expresar lo que sienten, pues poseen mayor cantidad de fibras y conexiones en el cuerpo calloso, que es el área que comunica el hemisferio derecho (encargado de los procesos emocionales) con el hemisferio izquierdo (encargado de los procesos lógicos); igualmente, esa mayor facilidad se debe a que las mujeres tienen mayor activación del área tálamo-cingular que determina en gran medida el comportamiento emocional, así como mayores conexiones entre el cerebro límbico y la neocorteza.
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Hay diferencias entre el cerebro de los hombres y el de las mujeres, que ayudan a explicar porqué a ellos se les dificulta expresar más sus emocionales y a ellas no. |
Pero también las investigaciones han demostrado que las diferencias en los comportamientos y en las capacidades mentales de cada individuo, están supeditadas y se transforman de acuerdo con las experiencias y aprendizajes que haya adquirido en sus contextos socioculturales. En otras palabras, la organización cerebral es particular y se modifica por las circunstancias; es por ello que sigo siendo insistente en el hecho de trabajar con mis participantes de forma personalizada. Cada persona es un mundo por explorar; de hecho, en oposición a las evidencias científicas que presentaba hace un momento, he conocido mujeres que difícilmente saben con claridad lo que sienten y hombres, por el contrario, cuya comunicación emocional está bastante pronunciada. ¡No todos somos iguales!.
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Aunque es un hecho que existen diferencias cerebrales entre las mujeres y los hombres, muchos de los comportamientos son adquiridos a través del aprendizaje sociocultural. |
Existe un caso especial de dificultad para expresar las emociones o sensaciones. La psiquiatría lo llama “Alexitimia”: la incapacidad para expresar en palabras sus propios sentimientos. El concepto fue creado en 1972 por el doctor Peter Sifneos, un psiquiatra de Harvard. Yo lo traigo a colación, no para ocuparme de él, sino para recordar que algunas personas no son alexitímicas, pero parecieran serlo.
A este respecto, recuerdo una conversación que sostuve con una famosa pedagoga y pensadora del sector de la educación mientras compartíamos asientos en un avión. Comenzamos a intercambiar nuestras apreciaciones sobre la comunicación de la sociedad actual, especialmente la comunicación de las nuevas generaciones. Ella usó una expresión –que yo acuñé posteriormente dentro de mi programa- con la cual sintetizó perfectamente lo que ocurre con muchas personas; ella dijo: “en la comunicación actual, existe una seria desconexión con lo emotivo”. ¿ Y tú qué opinas?
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Atención humanidad: estamos desconectándonos con nuestra esencia emocional, y aunque muchos no lo son, sí parecen alexitímicos. |
Hasta el momento he hablado de problemas para definir las emociones, propias o ajenas. Sin embargo, el problema implica también otras dificultades, incluso de tipo perceptivo, asociativo y cognoscitivo, como lo es la incapacidad para relacionar los objetos con sus atributos y expresarlo en lenguaje, la incapacidad para codificar una información y, posteriormente, decodificarla, así como la dificultad de hacer relaciones comparativas y de diferencia entre objetos. Todas esas, son habilidades mentales importantes para el desarrollo de la comunicación. La carencia de éstas, supone un desempoderamiento lingüístico grave, es decir, una grave limitación en la capacidad de poner en palabras una idea. Pero recordemos que casos así son tan solo manifestación de algo que ocurre internamente.
En términos prácticos, las dificultades tienen distintos acentos: la persona, por ejemplo, por desconocimiento (ausencia de vocabulario), no encuentra las palabras más apropiadas al contexto que expliquen o representen lo que quieren decir; o no hay claridad en su pensamiento; o presenta dificultad para traducir en palabras los estímulos externos que recibe, dificultad para darle un valor específico a lo que ve. Tal vez la persona no ha hecho la conexión necesaria que le permita definir lo que percibe. Los problemas para verbalizar lo que se piensa, pueden deberse también a dificultades para asociar ese pensamiento con ideas más sencillas que nos ayuden a definirlo o, incluso, ejemplificarlo.
Es sabido que el cerebro humano trabaja a partir de un sistema de asociaciones neuronales, que se pueden traducir también en asociaciones entre pensamientos. Cuando no hay asociaciones de éste tipo, indiscutiblemente se presentarán problemas para verbalizar los mismos pensamientos.
En la vida real puedo ver muchos de esos casos, o me encanta extraerlos de la televisión. He observado a algunas presentadoras de secciones de farándula en los noticieros, o presentadoras de programas de variedades, hablar de la siguiente forma: “estoy muy emocionada por el ambiente que se vive en esta feria. Realmente es espectacular. El público está feliz, alegre y contento, porque los artistas invitados son espectaculares, son artistas muy conocidos. Así que todo el mundo está disfrutando de este momento, y cada uno se puso su mejor traje para verse espectacular esta noche”, etc.
¿Qué hace que una persona relacione varios elementos de su mundo con un solo adjetivo? (espectacular) ¿Acaso tiene una significación o un valor que aplicaría igual, e indistintamente, para caracterizar a una feria abarrotada de personas, a unos artistas que están entreteniendo al público y a personas luciendo trajes decorosos? Por otro lado, ¿por qué una persona usa palabras sinónimas para describir solo una emoción, como el caso de “feliz, alegre y contento”? Reflexiona sobre ello también.
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Muchos de los problemas en las relaciones interpersonales están fundamentados en la dificultad para expresar nuestras emociones de una forma asertiva. |
Sea lo que sea, está claro que existe en muchas personas, hombres y mujeres, la dificultad para expresar lo que se piensa y lo que se siente. Y dentro de mi experiencia te lo aseguro: la mayoría callan o lo ocultan. Y los que se atreven a expresarlo, quizá no lo logran de la forma más asertiva. Es ahí cuando vienen las ambigüedades, los malos entendidos, y lo que es peor aún, la grosería y la agresividad.
Artículo escrito por:
Israel Muñoz "El Profe Isra"
www.hableconpropiedad.com
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